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Ecuador: Alberto Acosta, las reflexiones que genera
Carlos E. Flores (*)
Periodista

Carlos E. Flores
Responsable de la Producción Informativa de la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (ALER)

Los medios de comunicación interesados en quebrar el proceso político que se busca instaurar en Ecuador han tenido sobradas razones para dejar el sentimiento de inestabilidad y desesperanza ciudadana tras la renuncia de Alberto Acosta a la Presidencia de la Asamblea Constituyente. La decisión destapa diversas lecturas al interior de la cúpula de gobierno que permanecían subyacentes a los ojos del ciudadano. Echemos una mirada.

1.- Queda claro que al interior del Movimiento Alianza País existen diferentes intensidades del proceso político que se busca establecer. Hay ópticas distintas, pero sentimientos mutuos sobre el proceso. Si bien tales situaciones resultan naturales en un partido, sí tienen impacto cuando se pretenden establecer las bases de cambio en un país que en los últimos cinco años ha tenido tres presidentes.

2.- El Buró Político de Alianza País se esconde en las sombras. El misterio produce especulación. Hay que recordar, además, las bases primigenias de este Movimiento que distinguió dos niveles de coordinación macro: el Buró Técnico y el Buró Político. En el primero se encuentran los movimientos que conforman la alianza, mientras que en el segundo están los “cercanos” de Rafael Correa. Es este segundo el que ha tenido mayor relevancia en la interpretación de las coyunturas y que define en diversas oportunidades el proceso, “hacia dónde ir” y “qué hacer”.

3.- Miremos de dónde viene Alberto Acosta. Procede de Jubileo 2000, organización que dedicó sus esfuerzos a cuestionar la deuda externa ilegítima. El Jubileo 2000 tiene su inspiración en las actividades impulsadas por la Iglesia Católica en búsqueda del perdón general. En esta organización confluyeron Alberto Acosta, Gustavo Larrea y Fander Falconí. Los dos últimos tienen cargos ministeriales y el primero acaba de renunciar a la Presidencia de la Asamblea Constituyente. Con estas referencias, tales personajes pueden representar al Buró Técnico, los que operativizan el proceso.

4.- La renuncia de Acosta, entonces, puede entenderse como un rechazo al Buró Político y una apuesta aún vigente por el proceso político de acabar con la “larga noche neoliberal”. Las fraternidades pueden haberse resentido entre Rafael Correa y Alberto Acosta, pero el gesto directo es para los “asesores”. Acosta ha sido respetuoso y ha canalizado el sentir de quienes conforman la alianza en el Movimiento Alianza País, “te respeto las decisiones que tomes, pero no estamos conformes con tus asesores”, parece ser la lectura entrelíneas.

5.- Pero debemos mirar las dos razones: el de terminar el 26 de julio la redacción de la Nueva Constitución el 26 de julio y el de ampliar el trabajo de la Asamblea. Este último significa exponerse más a la descalificación y a la insatisfacción ciudadana que instigan lo medios de comunicación afines a sectores conservadores. Acosta se hace a un lado manteniendo sus diferencias por el primer argumento (terminar el 26 de julio), pero no patea el tablero, el proceso político que alimenta la esperanza de un cambio sustentable en el país que ha vivido convulsiones políticos desde hace diez años.

6.- Por eso la renuncia de Acosta también puede entenderse como un cambio operativo. En siete meses en el cargo, Alberto Acosta ha generado buenas credenciales democráticas y capacidades de concertación. Tales cualidades al interior de la Asamblea pueden generar dinámicas que permitan avanzar algunos debates entrampados y darle un mejor norte y solvencia al interior del oficialismo.

7.- Este hecho, ha permitido que los medios de comunicación canibalicen las relaciones de poder al interior del partido y del poder político. No toman en cuenta que Acosta renuncia a la Presidencia de la Asamblea Constituyente en el marco de una apuesta permanente por el proceso político. He ahí que Acosta realizará campaña por el sí en el referéndum; he ahí que Acosta ha reafirmado su adscripción al partido; he ahí que no renuncia del proceso, sino que lo reafirma.

8.- Esto también permite mirar la ausencia de cuadros políticos al interior del partido. Acosta se convierte en una de las figuras más visibles de los cuadros políticos que el gobierno carece. Acosta es el personaje que toma contacto con los movimientos sociales del país, quien los escucha. Por eso, para el Buró Político, romper relaciones con Acosta significaría perder el contacto con la realidad.

9.- Al interior de los/as asambleístas del oficialismo hay malestar y se producen algunas inquietudes tras la renuncia de Acosta. Es significativo que la forma cómo se planteó la renuncia haya sido en el Buró Político y no en una asamblea entre el Buró y los asambleístas. No hay dinámicas partidarias y organizativas, hay mucha espontaneidad y fuerte simpatía con el proceso. En términos de constituirse como partido político, aún el camino es largo e incipiente.

10.- Alberto Acosta deja una estela muy promisoria en su carrera política. Con una postura de centroizquierda representa para las organizaciones sociales una carta democrática consecuente. Está sentando buenos antecedentes políticos que podrá emplear de acuerdo a sus aspiraciones personales.

11.- En el futuro ¿cuál será el papel que desempeñará Alberto Acosta en el proceso político cuando termine la Asamblea Constituyente si ha declarado que no quiere ningún cargo en el gobierno? ¿Cuánto de las propuestas incluidas en la redacción de la Nueva Carta Magna representan las propuestas del Buró Político, de la cúpula? ¿Será realmente un cambio sustantivo la nueva Carta Magna o se mantendrán algunas “flexibilidades” para la derecha, tan vehemente en su discurso a través de los medios?

Los medios de comunicación interesados en mantener el status quo sostienen que hay una seria ruptura. Que el proceso se acabará o que está en serio riesgo. Sin embargo, la mirada es otra. Las confianzas se mantienen entre Acosta y Correa pero queda claro que el gesto de rechazo es para los asesores, para el Buró Político que se mantiene en la sombra. Acosta se hace a un lado por las diferencias de criterios sobre las implicaciones que tendría la periodicidad de la Asamblea, pero mantiene la apuesta por el proceso, por acabar con la “larga noche neoliberal”.

(*) Carlos Flores es Responsable de la Producción Informativa - ALER (www.aler.org)

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