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Cien años de Salvador Allende
Por: MELANIA MORA
Publicado en diario El Telégrafo
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Hace cien años nació en Valparaíso, Chile, Salvador Allende Gossens. Desde sus días de estudiante de Medicina y luego a través de su profesión, hizo suya la causa de los más pobres de su patria. Para luchar por ella, se dedicó a la actividad política y fundó el Partido Socialista. Fue Ministro de Estado, diputado y senador y, en las diversas dignidades ejercidas, su brillante desempeño lo perfiló como la figura más idónea para conducir un proceso de cambio en libertad y democracia. Candidatizado a la presidencia de la república en tres ocasiones, en 1970 alcanzó el triunfo electoral auspiciado por la Unidad Popular.
A pesar del tiempo transcurrido, está fresco en mi memoria el recuerdo de mi visita a Chile en 1972, como parte de la delegación ecuatoriana al Congreso de la Federación Democrática Internacional de Mujeres. Tuve oportunidad de visitar el Palacio de la Moneda, entonces abierto a todo el pueblo, y pude conocer al presidente y a su esposa Hortensia Bussi. Se trataba de un proceso inédito: el triunfo de un socialista en elecciones y la implementación de cambios dentro de los ámbitos constitucionales. El ambiente que encontré era ya de franca confrontación. El país vivía una alta inflación por causas internas y externas, y la gran prensa alarmaba con noticias de supuestas medidas extremas que el gobierno iba a tomar. En medio de las dificultades existentes, el proceso avanzaba. Se respetaron siempre los derechos humanos y no se dio ni un paso fuera de los límites fijados por la Constitución y las leyes.
Quienes sí lo hicieron fueron los golpistas. Un año después Allende estaba muerto, su familia exiliada, como parte de un enorme éxodo.
“Kissinger dirigió la conspiración y después del golpe del 11 de septiembre de 1973”
Ya develados los documentos del Departamento de Estado y de la CIA, se conoce que, desde las elecciones, el gobierno norteamericano tomó la determinación de impedir el triunfo de Allende, luego su ascenso al poder y finalmente su permanencia en él. Kissinger dirigió la conspiración que costó muchas vidas y después del golpe del 11 de septiembre de 1973 y la muerte del Presidente, la de miles de personas, incluyendo ecuatorianos, las que continuaron durante los aciagos años de la dictadura pinochetista.
Un sector de la más reaccionaria oligarquía fue el gran beneficiario junto a Pinochet, su familia y allegados. No solo se mató a gente inocente, sino que la dictadura obtuvo pingües ganancias al amparo del poder estatal.
Cuánto esfuerzo y dolor costó volver a una relativa democracia. Es una grave lección que no debemos olvidar.
El Ecuador, solidario con el pueblo chileno, recibió a miles de exiliados. En varios lugares se rinde homenaje a Allende y, en Guayaquil, la Ciudadela Universitaria lleva el nombre de quien fuera designado Doctor Honoris Causa por nuestra Alma Mater porteña.
Su ejemplo está vigente: varios gobiernos latinoamericanos se encauzan por los caminos de la libertad y la democracia. Como lo vaticinó en su última proclama, nuestros pueblos están construyendo “las anchas alamedas” por las que marchan hacia la construcción de su futuro.
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