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Democratizar la comunicación
Mariela Tuárez
“Esta no es una época de cambios, sino un cambio de época”
El movimiento Memoria Ciudadana (MC), que nació registrando movilizaciones que se dieron en la ciudad de Guayaquil, desde el 2004, ahora se cristaliza con el proyecto de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), que se instalará el próximo 12 de noviembre (según estimados), en la ciudad de Montecristi. MC pretende ser no sólo un medio para difundir las propuestas de los distintos sectores sociales que se han organizado para caminar hacia la construcción de una sociedad más justa y solidaria.
Partiendo del principio ineludible de todos y de todas de estar bien informados, queremos poner a disposición de ustedes este espacio, que responde al derecho de la mayoría y no a la de unos pocos, que sumados no representan la media de la población ecuatoriana.
Y aún cuando somos conscientes de que el internet no es un medio de difusión masivo en nuestro país, sí queremos hacer uso de él (en vista de que es el único que tenemos al alcance) para presentarles el otro lado de los temas que cruzan a la ANC, con el objetivo que sirvan para reforzar criterios; aclarar noticias sesgadas; y resaltar temas que por no estar en la agenda mediática son tratados sólo en cortos (un párrafo de no más allá de siete líneas ó en treinta segundos), en el mejor de los casos.
Considerando, además, que nuestra labor no terminará este domingo 30 de septiembre, ya que el fin último es rescatar y reforzar la memoria colectiva, anhelamos, entonces, poner sobre la mesa temas tan importantes como el de la libertad de expresión, que ha estado en primera plana de la controversia, debido al enfrentamiento de los medios con el Ejecutivo.
Creemos que es la Asamblea Constituyente la oportunidad para incorporar nuevas disposiciones legales que sirvan para democratizar la comunicación, evitar el monopolio de las frecuencias radioeléctricas que son propiedad del Estado y por ende de la ciudadanía. Urge que se discuta sobre el concepto de libertad de expresión y sea limitada aquélla libertad de empresa, que es la que ha sido defendida en los últimos meses. Es necesario que la nueva carta política del Ecuador sea más enfática y clara en cuanto a prohibiciones (para separar los grupos de poder económico de los de comunicación) y sanciones por abuso (incluso con el retiro de la frecuencia en caso de atentar en contra de un bien público, la información).
La mayoría de los ecuatorianos se ha embarcado en una quijotesca aventura y la asume desde su rol. Y si bien no tenemos la certeza de lo que nos deparará, como hombres capaces de soñar con que otro mundo es posible, queremos aportar con la construcción de este espacio, y demandar medios de comunicación masivos con una mirada crítica.
Medios en cuyas portadas o titulares figuren el ciudadano común no exclusivamente cuando es victima de una tragedia; sino como protagonista de una sociedad equitativa, sus logros –sin paternalismos demagógicos-, las noticias que le atañen directamente a su desarrollo integral y a su entorno sin metalenguajes ni tecnicismos, que en ocasiones los mismos periodistas no alcanzan a descodificar. Queremos medios que informen pensando en sus lectores y no para que sólo los periodistas o los banqueros los entiendan. Queremos medios de comunicación con agendas propias y no dadas por la coyuntura política. Queremos medios que publiquen los nombres de las victimas de un accidente como si fueran los suyos propios. Queremos medios que respeten a las victimas y a sus familiares por el solo hecho de ser personas y no por el apellido heredado. Queremos medios que contrasten fuentes y que duden si les dicen que por la noche se ponen las estrellas. Queremos medios que si no son capaces de mantener la imparcialidad requerida en el periodismo, tengan la ética para asumirse en una posición. Queremos medios capaces de rectificar sus errores y sin complejos de ser jueces supremos. Queremos medios que promulguen la tolerancia, la diversidad cultural, el respeto por todos y cada uno de los modos de vida. En suma, queremos medios comprometidos con la verdad y con el bien común; con periodistas apasionados, éticos y que por sobretodo primero sean buenos seres humanos, porque “los cínicos no sirven para este oficio”.
Este “cambio de época” que se ha iniciado y que el presidente Rafael Correa Delgado declaró cuando asumió, debe reflejarse en la redacción de la nueva constitución, en cuyos artículos referidos a la libertad de prensa se plantee la redistribución del espectro radioeléctrico, de tal manera que todos los sectores se sientan representados. Porque aún cuando la constitución de 1998 permitió la creación de medios comunitarios impuso al tiempo -por presión de los grandes grupos económicos-mediáticos- que ellos no pudieran pautar publicidad comercial ni estatal. ¿Se puede entonces, en estos términos, hablar de que el primer mandatario atenta contra la preciada libertad de expresión?
Lo cierto es que los ciudadanos y las organizaciones deben preocuparse de que en las futuras bases de nuestra sociedad, la comunicación mediática sea considerada un derecho humano fundamental para el desarrollo del país y sus habitantes. Sólo entonces la comunicación se democratizará.
Sin dudas será una lucha compleja que habrá que enfrentar con la sola herramienta de una propuesta clara, pues si hay algo que nos han demostrado los medios ecuatorianos es que son los guardianes del statu-quo y no querrán dejar de serlo.
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