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“El saldo deplorable que deja un cuarto de siglo de neoliberalismo”
Por: Diego Borja
Asambleísta por Pichincha
En un sugerente artículo de Ignacio Ramonet en Le Monde Diplomatique, se afirma que algo que no había ocurrido antes, en la historia del capitalismo, tres crisis de gran amplitud, una financiera, otra energética y otra alimentaria, han confluido.
Estas, que se encuentran interrelacionadas y que se alimentan mutuamente, contribuyen a un notable deterioro de la economía real, especialmente de las economías de mayor industrialización; y, los efectos sociales todavía no se dejan sentir en su verdadera dimensión, dice Ramonet. Éste, dice Ramonet, con toda razón, es el saldo deplorable que deja un cuarto de siglo de neoliberalismo”.
La crisis financiera sigue agudizándose. En el último tiempo han caído bancos emblemáticos de las finanzas estadounidenses: Bear Stearns, Merrill Lynch, el gigante Citigroup y recientemente la banca de negocios Lehman Brothers, anunció una pérdida de 1.700 millones de euros. De los datos de Le Monde Diplomatique, hasta ahora, las entidades más afectadas han reconocido pérdidas de casi 250.000 millones de euros; y el Fondo Monetario Internacional estima que, para salir del desastre, el sistema necesitará unos 610.000 millones de euros, lo cual equivale a dos veces el presupuesto de Francia.
La última fase de esta crisis se desató en los Estados Unidos, durante el tercer cuadrimestre del 2007, con el aumento de los créditos hipotecarios impagos. Luego, el contagio se ha generalizado hacia otras economías industrializadas. El riesgo de pocos bancos e instituciones financieras, amenaza con volverse un riesgo sistémico, a pesar de las inyecciones masivas de liquidez efectuadas por los grandes bancos centrales.
Del ámbito financiero, como sucedió en 1929, la crisis se estaría trasladando al conjunto de la actividad económica. Las economías de los países desarrollados se han desacelerado en Europa y en los Estados Unidos se halla al borde de la recesión. En España, según señala Ramonet, las ventas de viviendas cayeron en 29 %. Las empresas de la construcción se han visto enormemente golpeadas por el alza de los intereses hipotecarios y han caído en un torbellino de destrucción de decenas de miles de empleos.
Según Ramonet, la reacción xenófoba de la infame “directiva retorno”, aprobada por el Parlamento Europeo y que criminaliza la emigración desde los países de menos desarrollo económico a Europa, es uno de los primeros resultados en el ámbito social, de políticas autoritarias con las que se trata de contrarrestar la crisis financiera. Y, solo en España, las autoridades han proclamado su voluntad de expulsar a cerca de un millón de trabajadores extranjeros.
A lo anterior se suma el fabuloso incremento de los precios del petróleo, el cual bordea los 150 dólares por barril, debido tanto a un aumento de la demanda, como a la acción de muchos especuladores. Los capitales huyen de la burbuja inmobiliaria y se refugian en la especulación petrolera, con lo que presiona la subida del precio del hidrocarburo, en medio de la notable devaluación del dólar de los Estados Unidos. Evidentemente, este fenómeno que nace en el ámbito especulativo se traslada, incrementando los costos de los bienes industriales y provocando el descontento masivo de pescadores, camioneros, agricultores, taxistas y demás afectados.
El contexto se agrava, aún más, en medio de procesos que se retroalimentan desde el ámbito financiero, al energético y a la producción de alimentos. El hambre amenaza con aumentar el número de personas afectadas, que superarían los mil millones de personas.
La carestía de los alimentos genera enorme descontento popular y golpea con mayor fuerza a los países de menor desarrollo económico, que además son importadores netos de fertilizantes, fungicidas, herbicidas, cuyo incremento de precios, presiona los costos de producción alimentaria.
Una vez más cobran relevancia las propuestas de pensadores como Joseph Stiglitz, en el sentido de que no pueden postergarse más cambios trascendentales en las políticas, instituciones económicas, reglas de juego, mentalidad, que contribuyan a que funcione la globalización, sobre todo para los países en vías de desarrollo.
(*) Diego Borja, Asambleísta de Pichincha de la ID |
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